lunes, julio 28, 2008
Testamento vital
lunes, julio 07, 2008
Juegos de azar
La cosa va de libros otra vez. Ya comenté que volvía a mis mejores tiempos lectores, donde la noche, el calor de la cama en verano y la verde brisa que entra, acompañada por los mejores aromas a tierra recién regada, sirven de atril para las lecturas de verano.
Cuatro días de enero de Jordi Sierra i Fabra, un título sugerente, que me atrajo en una de las librerías/quioscos de los aeropuertos, y me imantó aún más cuando descubrí que su autor había sido uno de mis clásicos de la última infancia. Por fin una novela para adultos (sin pensar mal, eh?), ambientada en la Barcelona víspera de la ocupación “rebelde” durante la Guerra Civil española. Ésta, sí que es una trama bien tejida, que te atrapa con el paso de las páginas y te envuelve en la atmósfera del final de la contienda, cuando todo se daba ya por perdido, y la rutina que imponía el día a día era la única balsa posible durante esos días de crónica de una muerte anunciada.
Y como si de un designio del destino se tratara, una sincronía cerró el círculo. Tarde de visita cultural (para demostrar que la vida sigue entre guardia y guardia), con destino al Museo Reina Sofía para ver que encontramos. Primero, la exposición almas y máquinas, una mezcla de arte y robótica que fascina al visitante con su interactividad. Luego, el obligado paso por el Guernika, donde quedé sorprendida por su nueva sala, en la que el cuadro se rodea de su contexto histórico-político, y junto a él podemos disfrutar de una maqueta del pabellón de la Expo de París en 1937, un par de documentales sobre la época, y como no una selección de fotos de Robert Capa. Y ahí me encontré con la sorpresa, como por arte de magia me detuve ante la imagen de una mujer corriendo con un perrillo con aire de juguetón, que te hace dudar de si disfrutaban de los pocos momentos de normalidad, que se vivieron en las ciudades durante la guerra, o de si huyen a esconderse por la amenaza de un bombardeo inminente. Pasaron unos segundos, luego me di cuenta que ahí residía la belleza de la foto y que, además era la portada de mi libro.
miércoles, julio 02, 2008
Pero dejadme, ay, que yo prefiera la hoguera
Es un asunto muy delicado
el de la pena capital,
porque además del condenado,
juega el gusto de cada cual.
Empalamiento, lapidamiento,
inmersión, crucifixión,
desuello, descuartizamiento,
todas son dignas de admiración.
Javier Krahe
Tras un año de sequía literaria he retomado la lectura, y debido al atraso de novedades que pueblan la biblioteca, he tenido que leer ciertas obras que han despertado mi lado más crítico.
Hace un par de semanas terminé El juego del Ángel, de Carlos Ruiz Zafón, 300 páginas que urden (por decir algo) una trama pseudopoliciaca. El resultado: 0 puntos. Lo único que salvo es la cuña radiofónica, en la que leen el fragmento dedicado a la Biblioteca donde se guardan los libros olvidados. Este pasaje, un espléndida idea, que la describe casi de forma cinematográfica, está desalabazado del argumento, en la que además nada tiene sentido y no se entiende la motivación que mueve a los personajes. Creo que intenta tener un trasfondo filosófico que no llega a desarrollar/explicar al final del libro. Para mi nada que ver con La sombra del viento, y, sin duda, un autor que estará el destierro de mi lista de pendientes durante un tiempo. O como haría Vazquez-Montalbán, este ejemplar alimentaría la hoguera de alguna fría noche.